Mexican writer and musical curator interested in the spatiality of poetics. Author of poetry books and essays.Her work was selected for the Anthology. Volume V (Smol Books, 2025) of theFILNYC, and the General Anthology of Mexican Poetry: From the Second half of the Twentieth Century to Our Days (Océano, 2014). M.F.A in Creative Writing at the University of Texas at El Paso, and currently a Ph.D Candidate at CU Boulder. MLA member.
Intervalos para cantos tejidos es una pieza sonora de sitio especifico (que estará activa durante los días de Frieze Londres, en la esquina del pub The Cock Tavern—Chalton St & Phoenix Rd. Esta pieza forma parte de la exposición Temporary Realities en Chalton Gallery)
Pensado en melodía-representación, migración-territorio, memoria-tierra y el fenómeno de migraciones tanto en Latinoamérica como en Europa, la pieza destruye la idea de patria.
Intervals for tissue chants is a site-specific sound piece (that will be activated during the days of Frieze London, in the corner of the pub The Cock Tavern—Chalton St & Phoenix Rd. The piece is part of Temporary Realities at Chalton Gallery)
Thinking about melodies-representation, migrations-territory, memory-earth and today’s phenomenon of migrations in Latin America and Europe, the piece destroys the idea of homeland.
Video de Natalia Anaya que documenta nuestro laboratorio de música y poesía en el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe CECAM, en noviembre de 2018, producido con Fast Speaking Music y Anne Waldman.
Mi mujer lidia al toro que morirá -se trata de Sexo- Muere fundido con un beso cadavérico, y beso al beso dentro de la boca -ellos lloran- El fruto, el higo, me da la vida abriendóseme de piernas, como al que le acecha: el cuerpo de mi hombre sicofante que prende su quinqué herido.
*Inspirado en ‘Un perro llamado Dolor’, largometraje de Luis Eduardo Aute.
El silencio/ es el espacio de la música:/ un espacio/ inextenso:
Octavio Paz
Vehicle of Ascension / Foto: Ricardo Vargas
Mientras Teresa Salgueiro presentaba la noche del 13 de diciembre su disco O mistério en el Museo Frida Kahlo (Coyoacán), a ciertos pasos, Jay Rodríguez, portando un traje sobrio, apareció en el escenario del Centro Cultural Roberto Cantoral para acomodar los instrumentos de viento que lo acompañarían durante la presentación de Vehicle of Ascension.
(Minutos antes, Agustín Bernal y su cuarteto nos obsequiaron ramilletes de jacarandas extintas.)
Rodríguez sentó saxos, clarinete y flauta, uno a uno al frente, con la sutileza de quien pasa desapercibido, sin el semblante jazztar. Pete Drungle y Victor Jones también supervisaron sus instrumentos, con seriedad y sonrisas (los bateristas siempre sonríen): piano y percusiones; entonces, la voz en off de Sara Valenzuela lanzó el puente de entrada a la tercera llamada, mientras la oscuridad se hizo.
Una flauta con reminiscencias a Roland Kirk disipó la primera estrella. Afuera, llovió el resto. Mientras tanto, la narración visual de las ceremonias de la iluminación se concentró en los laberintos de Hundertwasser, deidades solares y objetos voladores no identificados que, en una partitura musical y notas poéticas, ascendieron hacia un Be bang: cumbre del fuego, para incitarnos al relato curvilíneo. Solemos responder a los impulsos narrativos, aunque, sugiere Adorno: “la música es un relato que no dice nada”, es decir, todo. Todo lo que queramos ensoñar.
¿Melodistas, orquestadores, polifonistas o racionalistas poéticos? Vehicle of Ascension interrogó la horizontalidad y erigió un diseño propio y discontinuo, contra el ateísmo de las líneas rectas, como en la circularidad de Hügelwiesenland. Frente a ese paisaje, las notas de Drungle y Jones pringaron con complicidad, cual gotas brotantes, frente a un Jay Rodríguez en cuclillas, arguyendo una controversia musical, cual núcleo de tensión lírica, para desatar la implosión final, en un obelisco en fuga, al estilo sensorial de Koyaanisqatsi, con repeticiones, querellas y esperas discontinuas.
El pilar fue tripartito; a veces, irónico y contrapunteado. Vehicle of Ascension buscó el tiempo, del gemido ventoso al grito placentero, de la comedia de nuestra conciencia: terminamos bailando solos, como espectadores nonatos delante del mito sonoro de un cosmos que nos abduje, tal como Gonzalo Rojas escribiera, con la “gana de ser universo”; un universo ludópata, ansioso y amorfo, sin plano tonal, pero relator de afectos y gestos. (Los hombros de Rodríguez no niegan su herencia bonguera.)
Sí hubo banda: nadie dudó del espíritu de los extraterrestres. Desde la huella de una ladera este, antes del fin del mundo.
Al guitarrista Werther
Ellerbrock lo sorprendió su apéndice, por lo que dio el aviso de que el jueves
8 de agosto no podría abrirle paso a la “Diva del soul”, Bettye Lavette, en
Guadalajara. Así, un trío dinámico surgió.
Camino al
Teatro Degollado, próximos a llegar, Ray Rodríguez sacó un libro con la poesía de
la colombiana Meira Delmar. Un libro verde agua, de bolsillo, que Paloma Dueñas
(cuyo elemento son los beat-poems, junto a The Oscar Fuentes Combo) tomó para comenzar
a vocalizar sobre una tonada peculiar. Ray y Dean Bowman la conocían:
“Longina”, la Longina ébano del cubano Manuel Corona.
En menos de
media hora el trío improvisó el set que recibiría la séptima noche del Primer Encuentro
Internacional de Jazz en Jalisco: con un
lenguaje misterioso, un tema que destacó sensibilidad. Las voces de Dueñas,
Bowman y el sax de Rodríguez ofrendaron las notas que recibieron los efusivos
aplausos del público.
Quiero saber si lo que busco/ queda en el sueño o en la infancia/, recitaba Paloma. Era el poema “Regresos”, de Delmar.
Mientras
tanto, Bettye Lavette y sus músicos salían a prisa del hotel, rayando las
manecillas. Con descuido y desboque, los técnicos instalaron los instrumentos que
arribaron tarde. Lavette de rojo, enfundada en una bata blanca de flores, desconocía
que conquistaría oídos mientras su voz en off
interpretaba “The word” y salía tras bastidores con un contoneo propio de unas
piernas al lozano estilo Tina Turner. El piano falló durante el tercer tema,
quizá el cuarto, poco antes de que la Diva asustara a todos al enredarse sus
tacones con unos cables del escenario.
Como
Longina, su encanto también fue juvenil, con la vitalidad de quien comenzó una
carrera musical a los 16 años con el tema precoz de “My man”; unidas a “Joy”, las
caderas escénicas de la Lavette revivieron la añoranza por el R&B del siglo
XX, que celebró, como celebró sus 50 años de carrera, cantando “Yesterday is
here”, de Tom Waits.
Pero hasta
los más enérgicos piden esquina; Lavette, poco a poco, fue intensificando la
jornada nocturna con altas dosis de romanticismo, a la luz de las estrellas de
neón del lienzo aterciopelado de fondo. Hubo quien no lo resistió; algunos alumnos
del Seminario desearon más negrura en
el show. Los perseverantes se levantaron en aplausos para despedirla, mientras
su leal asistente la esperaba tras telones con su bata preferida. Sonriente, la
oriunda de Detroit descansó: Guadalajara, pese a las lisérgicas blind lights del teatro, la acogió hasta
la conmoción.
Sin contar
a la programadora, sólo fueron cinco mujeres las que participaron y encabezaron
los escenarios musicales de Tónica; Lavette, la de mayor trayectoria. No
sorprende, el jazz es un género predominantemente masculino; las alumnas no sumaron
más de 35. Casi todas se enfocan al canto.
Toma #2 El gurú atónico
La mañana del jueves 8 de
agosto un hombre desparpajado y taciturno, con su instrumento al hombro, se
enfiló para tomar el vuelo Y4 734 en la sala 11 del Aeropuerto Internacional de
la Ciudad de México; abordó con timidez y escogió uno de los últimos asientos
del avión. Nos miramos con sospecha. Tras 50 minutos, aterrizamos en
Guadalajara; César, de ojos claros y cabello rizado, ya nos esperaba con un
letrero en mano en cuya leyenda se leía “Tónica”, y nos presentamos, sin
escuchar los nombres.
En una
charla fática, como quien habla del clima para romper la energía, intercambiamos opiniones del vuelo y Guadalajara… La conversación
brincó al canto de las yubarta. En 2003, nos contó a César y a mí, había
viajado con 10 músicos y un equipo de científicos de la Universidad Autónoma de
Baja California Sur por el Golfo de California para grabar el canto de las
ballenas; era marzo, quizá comienzos de abril. El proyecto no tuvo final feliz
y la UABCS no lo publicó, pero él editó la grabación del canto de un macho en
una placa que publicó el sello Jazzorca: Zona
de desfragmentación; desde luego le pedí una copia. Pese a su nombre en
contraportada, no lo reconocí. Nos despedimos en el lobby.
Por la
tarde, en la Expo Guadalajara entré a un pequeño auditorio donde, frente a 13
estudiantes del Seminario y un colega, el músico del vuelo Y4 734 comenzaba una
plática sobre la sinestesia y la percepción: era Germán Bringas, el gurú
atónico del free jazz.
Luego de confesar sus experiencias telepáticas con su banda Zero Point, y que su mayor influencia es el disco Interstellar Space, de John Coltrane, Bringas instó a explorar la curiosidad, semilla del lenguaje musical, rompiendo las reglas, y a buscar la conmoción: “la música también es una función social, no sólo un concierto, y la conmoción una puerta para recibir información para tu camino personal”. El concierto es el comienzo: “Cuando se adquieren riesgos es cuando la gente saca la cara propia, ese gozo original. Ahí hay muchas formas de conciencia; con otras leyes, porque está en otros planos de velocidad”.
Algunos
alumnos tomaban apuntes; otros se acariciaban la barbilla. Alguien estornudó. Ver
colores con los sonidos, en la teoría de Bringas, es posible para todo músico,
sobre todo se si siguen sus técnicas de entrenamiento (aunque las enseñanzas
del gurú no deben realizarse en casa sin la supervisión de un adulto); a él le
ayudó subir un monte en 4 horas y bajarlo corriendo, de noche, en 6 minutos; meditar
viendo fijamente una planta, romper la energía del puente de sus muñecas y
dejarlas conmocionarse, así como colgarse de un árbol 4 horas, para luego pasar
otras 4 dentro de un hoyo cavado por él mismo. El free jazz es como un deporte extremo, decía; ahorita vamos a practicar, decía. Un
estudiante preguntó si se podía lograr eso
estando sobrio.
… De
pronto, 14 personas se acomodaron en tres filas al frente del salón Eugenio
Toussaint; cerraron los ojos y respiraron profundo antes de “sumergirse” en el
hoyo, vocalizando una nota, de acuerdo con el color vibrante de su ser.
–Noto que tú te estás metiendo mal al hoyo (hay que entrar de cabeza), como en zigzag… No, hay que fluir.
Un ataque
de risa autoexilió a dos alumnos.
–¿Si no veo colores, es normal?, preguntó preocupado un seminarista.
–Completamente, es poco a poco; ¿qué colores vieron?
–¡Verde negruzco!
–¡Sí!, verde…
–Ya lo irán desarrollando; es una técnica que, siempre lo digo, aplica para todas las artes. Es más sencillo que sentarse con el ohm.
Las cabezas
de los alumnos asintieron con modo dub.
Antes de despedirse, Bringas presentó al Tank Tromp. De ahí, jaló con sus
amigos de Acasia. El hotel no le era del todo acogedor; no tenía el espíritu de
un encuentro de jazz, pensó.
Toma #3 Gangsters
No se puede ser mafioso de noche y maestro de día, espetó el ansioso contrabajista, desesperado porque no
podían organizar la transportación del contrabajo de Ben Allison que, luego de
su papel protagónico en el Teatro Degollado la noche del viernes 9 de agosto,
tenía como destino el bar Matera. Es un bar fresísimo, se rumoraba en los asientos del
Degollado, y hacia allá se dirigían un MC y cuatro músicos ataviados de negro; en
el trayecto, el cuarteto anudaban sus corbatas, acomodaban el saco galante, los
sombreros a la Sinatra y preparaban los lentes negros. Al mismo tiempo, pero afuera
de un hotel, el pianista esperaba un coche que no llegaba. Faltaba poco para
que el gang se encontrara.
Remi Álvarez, Gabriel Puentes, Blair Latham y Carlos Maldonado se
instalaron en una esquina del bar, frente a las cavas. Jaramar (próxima a reeditar su primer disco), que estaba
entre el público, se acercó a saludarlos.
–¿Ya están completos?
–No, falta Nico.
Entonces, Nicolás Santella arribó.
Detrás de uno de los amplificadores se acomodó Eric El Niño (además de acompañar a Iraida Noriega en sus clases del
Seminario, llegó a Guadalajara a preparar un whisky en las rocas para su próximo disco). Un día
antes acordaron que se uniría a tirar rimas en el quinto tema de seis;
específicamente en la “composición callejera” de los Chocolate Smoke Gang:
“Black panter”.
–Ahí me echas una mirada cuando quieras que entre, sugirió El Niño a Chars Maldonado.
Carlos le palmeó el compás en la caja del contrabajo.
Entre el amontonado público, Alain Derbez se abrió paso y logró sentarse
en el piso, frente a la banda; horas antes había estado en una mesa de diálogo
sobre la educación del jazz en México, junto a Edgar Dorantes y Eduardo Piastro,
quien compartía con todo el que podía la aplicación de iPhone que Israel Cupich
le enseñó: Foster; Iraida se convenció de comprarla.
(En agosto del 2014, lo pactaron
en Tónica, integrantes de la Escuela Superior de Música y Jazz UV se
encontrarán en Jazzatlán: entre Veracruz y D.F., Puebla es el puente. Los
alumnos de jazz en el norte, Morelia y Chiapas quedarán al margen. Los de Morelia
ya lo están; aunque la licenciatura en jazz está aprobada, no cuenta con
presupuesto para arrancar: “quizá en dos años, ahorita el gobierno del estado
está más preocupado en que no lo balaceen”, declaró Juan Alzate la tarde del
viernes 9.)
… Fernando Toussaint y Adrián Escamilla, que ayudó a los Chocolate a
vender discos, también visitaron el ruidoso bar. De vez en cuando, Maldonado
paraba a preguntar al gang si estaban bien o necesitaban algo: no comenzarían a
tocar sin agua ni cerveza. Ante el microfoneo público, no tardaron en
servirles. Los músicos hubieran preferido tocar sin tanto bullicio, pero lo
disfrutaron. Al menos, rompieron la energía.
La espiral del jazz los abdujo a los vapores de una habitación plan europeo.
Toma #4 Ben Allison
Con jeans, playera blanca y Converse, Shane
Endsley espera sobre la avenida López Mateos para cruzar hacia Plaza del Sol.
Su mano derecha sostiene un cigarro. Camina confiado, como si fuera una ruta
cotidiana; se dirige a Expo Guadalajara. Endsley es uno de los músicos
favoritos de Ben Allison en toda Nueva York; los otros dos: Steve Cárdenas y
Mark Guiliana, desde luego, a quienes invitó para el show de la noche del
viernes en el Teatro Degollado.
Noche que el trío de Daniel
López inició a las 20:30 horas.
–Él es muy bueno… lo que pasa es que el jazz es un género difícil… Hay que moverse en el escenario, hasta lo que se dice es importante, pronunció Eduardo Piastro en el intermedio.
La tarima permanecía solitaria.
A la par, Piastro, Eric El Niño y yo
conversábamos sobre el ejercicio: la natación, la bicicleta y el twist &
shape; Iraida y su hijo Nico configuraban su celular, y Citlalli Toledo
comentaba que Tónica era un encuentro muy intenso. (Horas antes, Piastro la
había cachado en un sueño profundo en la cafetería. Citlalli era alumna de
canto de Dean Bowman; se rumoraba que había fundado un crew de cuidado.)
La
tercera llamada llegó. Ben Allison y su banda salieron al escenario; él
agradeció estar en un reciento como ese, además de reconocer el trabajo y
atenciones de Sara Valenzuela; sus primeras interpretaciones, entre sonrisas y
comentarios, fueron “Tricky Dicky”, “Fred” y también “Someday We’ll All Be
Free”, del más reciente álbum Action-Refraction,
que invitó a descargar desde su sitio web. Hubo “Blues”, funkeo, fabulosos
solos (contrabajo, trompeta, batería, guitarra) y encore; aplausos desbordantes y asombro. El cuarteto transpiró
goce.
Toma #5 Gesualdo y la catástrofe
Sin saberlo, Álvaro, de
Transportadora El Venado, conducía a la presentación que se convertiría, de
forma inesperada, en la última de Tónica. Eran casi las 11 de la noche del
sábado 10; llovía, sí, aunque poco.
“¡Pero qué
nos diste, Nico!”, cuestionaba uno de los músicos risueños, cuando de pronto el
viento arreció. La intensidad pluvial se acrecentaba, pero a nadie preocupaba; Adrián
Escamilla, Nicolás Santella, Pablo Aguirre y Vico Díaz examinaban si montar un irónico
ensamble gótico, algo gregoriano. Todos reían, hasta que la van llegó al
Candela y no permitieron el descenso. Con la señal de “team-back” y “vete a dar
una vuelta”, Álvaro se percató de que se filtraba agua en el lugar, así que
mientras lo arreglaban, condujo en círculos hasta detenerse a la vuelta:
–Aquí no hay árboles que nos caigan, explicó.
Se hizo el silencio. Quizá
porque todos pensamos en algunas madres.
La lluvia era ya tromba.
–¿Alguien trae audífonos?, preguntó Pablo.
–No, pero yo puedo darte un tono bajo, Vico mezzosoprano… contestó Adrián.
–Metzo-soprano, corrigió Vico, y se puso a cantar el coro de “Get lucky”, de Daft Punk.
Para entonces, ninguno imaginaba que Stomu Takeishi, Steve Cárdenas y Ben Allison se aferraban a tocar, cual orquesta en el Titanic, mientras los botes de basura del Foro volaban, la gente buscaba su resguardo e Iraida Noriega corría entre cables para rescatar sus pedales (fue un bajón, dijo al día siguiente). Uno de los toldos del escenario se había caído y el equipo sufría las consecuencias.
Desde la
van se veía el agua correr por la calle cual riachuelo, fusibles quemarse, la
luz irse y el viento forcejear; caían led’s del cielo… El tiempo se amenizaba
con anécdotasespeluznantes:
–¿Te sabes la historia de Gesualdo? Preguntó Adrián a Nico.
–Sé que era un príncipe ahí medio depresivo…
–No, no mames; ese güey mató a la esposa y a su amante, y luego a sus hijos… Hizo que un coro cantara mientras los mecía y se iban muriendo. El coro cantó tres días. El Carlo Gesualdo di Venosa…
–Qué culero, estaba loco, ahí se deprimió, agregó Vico.
–Deprimido ya estaba, dijo Nico.
Otro silencio largo fue interrumpido por Vico, quien otra
vez cantaba: “We’re up all night for good fun/ We’re
up all night to get lucky”. Ritmo y carisma. Escamilla limpiaba su saxofón; lo
afinó con “Caballo de la sabana”.
Ya a punto
de dar el portazo en el Candela, la lluvia terminó; entramos. Los músicos al
frente, yo a la barra. Ahí, la mesera preguntó quiénes eran; nadie avisó al bar
qué grupo estaría:
–Los clientes me están preguntando y no sé qué decirles…
–El cuarteto de Adrián Escamilla; ¿¡no les avisaron!?
–No… la verdad es un evento algo elitista.
«Pinche música bien rara, comentó un comensal», entre la afinidad y el desconcierto. Gradualmente, el público comenzó a escuchar a los músicos; excepto los turistas angloparlantes.
Afuera, los árboles, de raíz, seguían cayendo. Gabriel Puentes vía SMS le antelaba a Pablo: “se suspenden actividades de mañana por catástrofe”.
Por la
madrugada, algunos músicos practicaban su nado sincronizado en la alberca del
hotel.
Fragmento de una noche de ‘Chant’ y poesía, con Todd Clouser (guitarra), Adriana Camacho (contrabajo), Jorge Chávez (batería), Roberto Tercero y Juan Pantoja (saxofones), desde Jazzatlán. 26 de marzo de 2019
Hace unas semanas, asistí al concierto de la banda noruega MoE en la galería Mártires de la Conquista, en la colonia Tacubaya, de la Ciudad de México; mi objetivo era saludar a Mette Rasmussen, a quien no conocía, pero no fue tan difícil. En un momento previo a su acto, nos reconocimos. Ella también sabía que ahí estaría. Intercambiamos un par de ideas y salió la propuesta de grabar una sesión acústica en la estación de radio en la que laboro; Guro Moe escuchó y estuvo de acuerdo. Luego nos encontramos a otros amigos de Nueva York, Devin Waldman y a Eline Marx, que visitaban México, y el resto es la historia poco convencional de un encuentro lleno de sincronías inverosímiles y divertidas que incluyen el amor, una taquería, una fiesta en casa de la banda Descartes a Kant y una cena con la nieta del que fuera cardiólogo de María Sabina, que merecen otra publicación.
Nos citamos para grabar en una casa de la colonia Roma, en la calle de Manzanillo, y resulta que Anne Waldman, tía de Devin, se hospedaba muy cerca y quería escuchar la sesión, así que terminó participando de este vaivén de improvisación.
MoE y Mette Rasmussen, sin conocerla, embonaron desde el primer momento y poco a poco se creó una pieza de una sola toma, en la que conviven textos de Anne Waldman, textos de la propia Guro Moe, cantos de ambas, y elementos como la percusión, guitarra, juguetes y dos saxofones.
Dado lo inusitado e increíble del resultado, transmitido en Balalaika en pasadas emisiones, me permito reproducir la entrevista que grabamos aquella tarde de diciembre de 2018.
Transcripción estenográfica
Gracias, Anne, Guro, Håvard, Joakim, Mette y Devin. Tengo algunas preguntas básicas para ustedes y después podemos hablar de la sesión de improvisación que realizaron para este programa.
Pienso primero en ti, Mette, y en Guro también, porque ya has estado en México antes; ¿por qué están aquí, cómo comenzó la conexión con México y cuándo fue la primera vez que visitaste la ciudad, Guro?
Guro: Vine primero porque fui invitada por el festival El Nicho, la primera vez fue en 2013. De ahí se crearon conexiones con más personas, como Martín Escalante y Amat Escalante. De ahí vino; es nuestro cuarto tour ahora. Hemos estado girando en ciudades alrededor de entre unas 5 y 6 horas de la ciudad de México (Guadalajara, Querétaro), y en Chiapas.
La relación con Amat Escalante viene porque tú hiciste el soundtrack para su último filme…
Guro: Mi primer tour fue en 2013, el siguiente en 2015y eso fue antes de recibir un “octobass”, que es un contrabajo de ocho metros; lo adquirí después de ese tour, y ya aquí en México yo y Amat hablamos de cómo el sonido del contrabajo podía ser el sonido de una criatura en la película, es como comenzó la colaboración, como el monstruo-bajo. El contrabajo es el monstruo en esa película…
Mette y Moe, ¿cómo decidieron comenzar un tour en la Ciudad de México ahora? ¿Es la primera vez que tocan juntas?
Guro: ¡Mette quería venir a México!
[Risas] … E hicimos un primer concierto juntas en Noruega en mayo de este año, con una energía muy agradable y natural, fluida. Se siente genial este primer tour en México. Creo que exploramos esta loca conexión en vivo, aquí en México. Es como lo siento.
Joakim:Empezó en Trondheim y comenzamos a practicar mucho para una grabación e hicimos un concierto. Seguimos el concierto, la grabación, el tour y practicando juntos…
¿Cuál es la inspiración que toman del jazz noruego, el metal y noise?, ¿pueden decirme algo? Por ejemplo, Guro, sé que fuiste una estudiante de jazz con Ingebrigt Håker Flaten, que está más relacionado al jazz y free jazz…
Guro:Sí, primero free jazz, luego noise y luego MoE…
Cuando escuché a la banda la noté más en el lado del punk y metal…
Guro: … Sí, la transformación de la energía y la intensidad y su espontaneidad en la música de improvisación trata de mantener esto (de forma más difícil, quizá), y además están las letras, como una parte importante de la presencia de lo que hacemos… las canciones están de cierta forma compuestas por ellas mismas; no decimos «hagamos esto o lo otro», es un acercamiento muy abierto, que no busco, viene del background como improvisadores, en un modo natural.
Håvard:Algunos de la banda estamos atraídos por músicos que entienden la improvisación, como John Hegre, Lasse Marhaug, Keiji Haino, Okkyoung Lee, desde luego Mette, y muchos más, es una lista larga.
… Y Mette, estás todo el tiempo en tour, háblame de eso, ¿cómo es la vida del tour para ti? Parece que nunca paras…
Mette: Estar de tour es como un hogar, de cierta manera, cuidando tu cabeza… Tienes que mantener el flujo y trabajar mucho; es intenso porque haces todo al mismo tiempo: programar, grabar, lanzar… nunca paramos, me gusta que en el camino puedes conocer a personas increíbles, gente muy abierta y gentil y confiada, que te ayuda a sobrevivir, supongo, pero el tema del tour es encontrar la corriente; es como respirar…
¿Has aprendido algo de ello para tu improvisación, te ha dado herramientas o has encontrado un paralelismo entre la improvisación y el tour?
Mette: ¿Te refieres en cómo vivir la vida? Creo que todo se refleja, no es sólo la música la que te releja, es también cómo tú te reflejas en la música; es algo en relación, pero no necesariamente… Y creo que todo surge de un punto, que es el movimiento, y luego un movimiento va rápido y otro es lento… La vida que se vive es un reflejo de todo, y quizá eso es una habilidad y tienes que estar en el escenario y tocar para muchas personas y quizá tu personalidad es diferente, pero te mantienes porque eso es lo que eres: no dejas quién eres en casa y luego entras al escenario; eres siempre tú y luego las experiencias viajan contigo, siempre.
La improvisación que escuchamos hoy con Devin y Anne Waldman creo que es parte de la vida: ustedes no se conocían antes, y ésta es la primera vez que se conocen…
Anne Waldman:Sí, es emocionante cómo se conectan los momentos y es un sistema, y tú eres uno de los puntos que nos conectan y has puesto personas juntas ahora. Ha sido una increíble sorpresa que esto pase, me siento agradecida. Como poeta viajo a diferentes escenarios y foros y conozco personas: poetas, colaboradores, músicos, con Devin y Ambrose tenemos una banda familiar, a la que siempre incorporamos más instrumentos y voces…
En esta grabación escuchamos a ti, Anne, y a Guro cantando…
Anne: Sí, ella comenzó usando lijas…
Guro: Sí, mencionaste algo sobre «algo» que se refleja…
Vi que leías partes de tu nuevo libro (Trickster Feminism), Anne…
Anne:Saltaba algunas líneas, tratando de encontrar…
Y tú, Guro, tienes un cuaderno…
Guro:Sí, es un texto que hice antes de grabar en septiembre; es muy largo, leí notas de ahí, es una combinación de esas notas e improvisaciones.
¿Qué otros elementos escuchamos? Guitarra juguetes, percusiones y palos…
Anne: Se encuentran presentes diferentes estados de ánimo, selecciones, saltos, cada parte es más fuerte que otras, que dependen de otro sonido…
Me gusta la sección donde escuchamos muchas aves en algún punto…Y Anne, estaba pensando en la conexión que tienes con la generación y escuela beat. Y quizá es obvio, pero ellos guardan una conexión directa con la música…
Anne: La actitud es muy importante cuando se habla de la generación beat, el «toque» (la sensación), esa felicidad en un sentido. Y definitivamente, la vocalización con el ritmo es importante. Debo decir que siento una conexión con México, Kerouac escribió cuatro libros en México; Borroughs, Ginsberg y otros. Ahora siempre ha sido interesante para mí el tema de la frontera, la búsqueda y el cruce, y es una de las razones por las que quise venir esta vez y trabajar contigo y otros en Tlahui**… es una oportunidad de movernos y fluir más.
¿Cómo comenzaste a usar tu voz? En la tradición poética en México la performance no es muy usual, la imagen del escritor es más la del escritorio, el papel y la pluma; mi pregunta es ¿por qué decidiste interesarte en el movimiento de la música?
Anne: Creo que es orgánico, claro escribo libros… Me siento «guiada», el texto me habla y me dice a dónde ir, creo que es un instrumento la música… Uso ambos. Es una discusión ridícula qué fue primero, si lo oral o lo escrito en la poesía; la poesía comenzó con las aves, la propagación de la canción. No es un dilema: como posibilidad, es un tesoro.
Para las generaciones más jóvenes: ¿por qué debemos creer todavía en la poesía en tiempos como los actuales?
Anne: En general, la práctica inherentemente musical está relacionada a bellas ideas, danzas e imaginación… y también tiene lógica y un mensaje. No se abandona totalmente el poder semántico de las palabras; siempre hay un maravilloso misterio y está presente el eco de las raíces de esas palabras, la melodía de diferentes lenguajes; es increíble para mí como puedes estar con personas que hablan diferentes lenguas y que se escapen los significados, intelectualmente hablando. El punto central aquí es ayudar a despertar al mundo, que nos necesita más que nunca, y la poesía es una práctica increíble, un camino espiritual para la comunidad. Lo que me gusta de los músicos es que no necesitas argumentar en todos los lenguajes, eres libre… Pienso en el gamelan, su movimiento es más como una cosmología, un estar en el mundo, es lo que hacen los sonidos en caminos hermosos. [En la poesía] Los ritmos se intersectan y en el lado artístico es realmente poderoso y una excelente manera de desear que ya no haya más sufrimiento ni guerra…
Guro: Porque desde luego no hay fronteras… no hay jerarquías, y la importancia de la poesía musical, o de todas sus formas, es que puede recordarnos que somos humanos y cuál es esa valía.
Anne: Las cosas están en peligro, por ejemplo las lenguas (y otras cosas también) están desapareciendo, por lo que la poesía debe ser una especie de Archivo mágico que sostenga y guarde la música que amas, los primeros sonidos; es importante continuar preservando esto para el futuro, lo que sea que sea, para otros seres sintientes que no saben cómo se ve ni cómo se produjeron esas grabaciones.
… Quizá están pensando ahora en un álbum juntos, ¿Fast Speaking Music Band y MoE y Mette?
Anne: Pueden ir a grabar a nuestro estudio en NY, con Ambrose…
Guro: ¡Vamos a NY!
Ambrose Bye: No, vamos a Noruega.
Todos:¡Sí!
Este es un resumen de la conversación que sostuve con Guro Moe, bajista y vocalista, Joakim Heibo, baterista, Håvard Skaset, guitarrista, los saxofonistas Mette Rasmussen, Devin Brahja Waldman y la poeta Anne Waldman.
MoE visitá México en marzo para grabar un nuevo álbum, y en octubre-noviembre vendrán al festival Arcadia; actualmente, están componiendo música para el filme silente El puño de hierro, una película mexicana de 1917, y luego irán a Guadalajara… Así que espérenlos en 2019. Mette irá a Japón en abril, y Anne y Devin grabarán este enero un nuevo disco con el sello Fast Speaking Music, en Nueva York.
En 2015, el músico y poeta Todd Clouser (Minnesota, 1981), guitarrista de la banda inclasificable de rock-jazz-música creativa, A Love Electric, publicó Chant¸ un disco que nació del poder de la música para crear comunidad y desafiar una estética a partir de la coexistencia de sistemas musicales –oral e instrumental– de choque y transición.
Hace años, Todd Clouser llegó a Baja California Sur para después establecerse en la Ciudad de México y convertirse en un destacado conector musical en la urbe, por impulsar colaboraciones, publicaciones y ser cabeza de Ropeadope Sur, la división del sello norteamericano Ropeadope, en México y otros países de habla en español.
En vivo, Chant ha ido configurándose como un proyecto trans disciplinario al que ahora se une la poesía, bajo el precepto del arte como principal agente de cambio, sin fronteras, ni categorías.
En un inicio, Chant se inspiró en las canciones de prisión, cantos de los campos de algodón y la música ritual, así como las tradiciones del Delta Blues y el canto cardenche, aquí en México; tradiciones de labor y saudade que nos recuerdan que cantar es nuestro bastón en el recorrido de la vida.
Para su iniciador, el concepto de Chant es unir gente de distintos backgrounds, culturas y experiencias, con la música, y crear una obra nueva; la mayoría de las veces con una composición que surge en el momento, usando el lenguaje de señas como medio de conducción.
Sobre por qué impulsarlo, Clouser cuenta que se encuentracansado del “espectáculo” de la música y del concierto tradicional/comercial, así que con Chant queremos regresar un poco a la raíz de la música –necesidad para expresar, que creo que es universal–, sin tomar mucho en cuenta la experiencia o estudios de música formal. Es, en lo absoluto, música inclusiva.
La necesidad por comunicarse y estrechar afectos que mantengan la fuerza y resistencias frente a la homogenización, capaces de crear imaginarios sin categorización, de entablar diálogos y formular amor también es un objetivo de la poesía. Nada más honesto y universal que la transmisión de la voz humana para provocar emociones, y para Clouser, la música es poesía y viceversa. Son mundos no muy distintos para mí. Son tradiciones que a veces van cerrándose en sus propios mundos sociales y académicos, pero al final son maneras de crear y expresar tradiciones humanas, de enfrentar a uno mismo y a la injusticia, de celebrar. La colaboración entre poetas y músicos siempre es emocionante y ofrece muchas posibilidades, si estamos escuchándonos.
Por esta razón, los actos de Chant han comenzado a incluir a poetas residentes en México, en foros como el Centro Cultural Universitario Tlatelolco y el Centro Cultural de España, que el próximo 12 de diciembre, a las 21 horas, abrirá su terraza para recibir otra edición de Chant, esta vez conformada por dos sets, bajo una secuencia de poesía-música. Al primero de ellos se unirá la poeta de tradición beat Anne Waldman (New Jersey, 1945), acompañada por poetas jóvenes como María Cristina Hall, Dylan Brennan, David Rojas Azules, Julia Piastro y más, además de una poderosa alineación musical que, durante el segundo set, cobrará personalidad a través de la improvisación e influencias del jazz y rock, con las aportaciones de los músicos Jorge Chávez (Descartes a Kant) en la batería, Adriana Camacho en el contrabajo, Exael Salcedo Garcés (URSS bajo el árbol) y Santiago Lara en las guitarras, así como Clouser en la dirección.
El set de poetas fue seleccionado tras una colaboración con Waldman y su Fast Speaking Band dentro del Tlahui Project, un encuentro en el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe (CECAM), que un equipo de músicos y poetas hemos producido para explorar el camino siempre sorpresivo de la relación entre la música y la poesía, con el propósito de generar poéticas de liberación, empatía y fortalecimiento de ciudadanías.
Con Chant se abre una oportunidad única para compartir con Waldman –está en México para presentar Trickster Feminism (Penguin Poets, 2018)– y el lenguaje, entendiendo la improvisación como un manifiesto constante sobre la contradicción, para encontrar, quizá, algunas de las preguntas esenciales –el arte formula cuestionamientos– sobre nuestra existencia-interpretación.
La entrada es libre y el público general puede unirse a esta performance coral, si parte de un único requerimiento: escuchar. Lo más importante es que todos entiendan que somos parte de un equipo; nuestro objetivo es crear música única, viva y nueva, juntos, agrega Clouser, a quien también podremos escuchar en algunas intervenciones de Spoken Word.
Todd Clouser está trabajando ahora mismo en un segundo disco de Chant, más enfocado a la unión entre poetas y músicos improvisadores. Lo esperamos para el 2019.
Colofón
Además del 12 de diciembre en el CCE, Waldman se presentará el 11 de diciembre en la Casa del poeta, a las 19 horas, junto al saxofonista Devin Brahja Waldman, y el 13 en la Casa Universitaria del Libro (CASUL), junto a su Fast Speaking Music Band, a las 17 horas, ocasiones para conocer su trabajo junto al sello discográfico del que es cofundadora: Fast Speaking Music, junto al productor y pianista Ambrose Bye, y que toma nombre de uno de sus poemas más afamados: “Fast Speaking Woman” (1975), motivado por los cantos chamánicos de María Sabina.
Anne Waldman & Fast Speaking Music from Natalia Gaia on Vimeo.